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Zarangollo de Murcia

zarangollo

El zarangollo es un plato muy habitual en los hogares murcianos, hecho con una combinación de calabacines y cebollas en rodajas finas y de huevos revueltos. En ocasiones también se añaden patatas.

Este delicioso plato aprovecha los productos típicos de la zona y desprende un aroma que atrae y un sabor que no decepciona. El plato puede servirse frío o caliente y a menudo se usa como tapa en bares de toda la región, y generalmente se acompaña de una copa de vino o una cerveza.

El zarangollo también se utiliza como guarnición acompañando una variedad de platos de pescado o carne.

Los judíos sefardíes aportaron mucho a nuestra cultura y la gastronomía es una de ellas. Cierto es que los campesinos que iban ocupando el suelo reconquistado no estaban para muchas lindezas y solían tunear los nuevos platos que heredaban.

La alboronía árabe, la madre de todos los pistos, es el origen de este zarangollo, un guiso árabe, rectificado por los sefardíes, en el que los españoles sustituían el tomate, la berenjena y el pimiento por lo que encontraban más a mano en el campo. Era un plato que se consumía en aquellas épocas del año que no se consumía carne.

El Zarangollo ha sobrevivido al paso del tiempo en Murcia con los elementos estrella de su huerta: el calabacín y la cebolla.  Puede parecer muy sencillo pero su sabor es espectacular.  

En su origen el zarangollo sólo llevaba calabacín y cebolla. Recientemente se le está añadiendo patatas,  y también berenjenas, pero los murcianos, que están muy orgullosos de la sencillez de su plato, no son dados a modificar la esencia de la receta. Y es tan sencillo que cualquiera puede prepararlo.

Para preparar el zarangollo, necesitaréis un calabacín por persona y media cebolla por calabacín y un huevo por cada persona.

Lo fundamental, como siempre,  es utilizar materia prima de primera calidad. El plato es muy sencillo y aquí prima la calidad.

Zarangollo

Ingredientes

Para dos personas:

  • 2 calabacines medianos cortados en rodajas
  • 1 cebolla tierna mediana cortada en juliana muy fina
  • 1 patata  (opcional)
  • 2 huevos
  • Aceite de oliva
  • Sal y pimienta negra recién molida

Preparación

  1. Cortad la cebolla en juliana.
  2. Los calabacines podéis pelarlos o no. Como prefiráis. Si el calabacín es muy fresco y la piel fina podéis dejarla ya que aportará un poco de color y textura. Cortad el calabacín en rodajas.
  3. En una sartén poned aceite de oliva. Ni mucho ni poco. Si os pasáis quedará el plato muy aceitoso. Es mejor no pasarnos y añadir un poco más si hace falta.  Cuando el aceite esté caliente añadid la cebolla y sazonad.
  4. Dos minutos después de cocinar la cebolla a fuego bajo,  añadid el calabacín y corregís de sal. Poned un poco de pimienta (opcional).  El fuego tiene que estar bajo para darle oportunidad al calabacín de que pierda el agua. Cocinad durante unos 20 minutos.
  5. Ahora tendréis que incorporar los huevos. Los cascaos y los váis añadiendo a la sartén sobre el calabacín y la cebolla. Removed con cuidado de no romper los huevos hasta que los huevos se vayan cuajando. Rectificad de sal si es necesario.

En muchas casas se añade patata cortada como para tortilla. Si ponemos patatas en el plato, ponedla antes que la cebolla. Para unas dos personas yo pondría una patata mediana.

Se pone habitualmente la mitad de cebolla que de calabacín porque el ingrediente principal es el calabacín.  Procurad que el calabacín tenga una carne firme y se vea fresco.

Este plato aguanta bien un par de días en el frigorífico. Lo podéis comer frío (sacadlo un poco antes de la nevera) o lo podéis calentar en la sartén o en el microondas.

Zarangollo como guarnición de pescado
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