Los calamares a la romana son uno de los aperitivos más destacados de la gastronomía española. La harina y el huevo son ingredientes clave para el rebozado.
Los calamares a la romana eran también el aperitivo para un día especial cuando era pequeña. Es un plato que ha sobrevivido sin tener que cargar con el apelativo “viejuno”. Efectivamente, hoy en día continúa siendo uno de los entrantes más habituales de la cocina mediterránea. Normalmente se sirven en el centro de la mesa y la gente va comiendo ¡y no hay que despistarse porque el plato se vacía rápido!.
Lo habitual es servirlos con mayonesa, salsa rosa, all i oli, salsa marinara o sólo con limón.
A pesar de su nombre esta receta de calamares no se “inventó” en Roma. Es más, no es probable que los encontréis en Roma si vais de visita. Dicen que su origen se remonta al siglo XVI, y se debió a unos misioneros jesuitas de Portugal que, en su tarea de propagar la fe católica por el mundo, llegaron hasta Japón. Lo cierto es que los japoneses no adoptaron la fe católica pero si adoptaron algunas técnicas de cocina de los jesuitas. Los misioneros europeos solían comer pescado y verduras rebozadas y la cocina japonesa adoptó esa forma de rebozado y la llamó tempura que, debido a su origen latino, derivó en la expresión “a la romana”.
Lo cierto es que hoy en día los “calamares a la romana” es uno de los aperitivos más destacados de la gastronomía española. Si están crujientes y sabrosos, y el calamar es fresco, tenéis el éxito asegurado.
Hay muchas formas de cocinarlos. Lo normal es cortarlo a rodajas de entre 1,5 y 2 centímetros, y hay quienes una vez troceados aconsejan cubrirlos con zumo de limón o con leche.
Luego viene el rebozado que es primordial y la harina y el huevo, los ingredientes clave. Primero se pasan por la harina y luego se mojan en el huevo batido. Esa sería la forma más sencilla pero hay quienes recomiendan añadir agua, cerveza o, directamente, algo de levadura en el huevo para dar cuerpo al rebozado.
Y ahora queda la fritura que parece muy fácil, y puede que lo sea, pero aun así mucha gente lo hace mal. La clave para lograr una buena fritura es que el aceite esté lo suficientemente caliente como para que el alimento se haga bien por dentro, y quede dorado por fuera y, sobre todo, que no quede impregnado de aceite. La temperatura perfecta a la que debe estar el aceite para freír debe ser entre 180 y 190 grados, y bajará en torno a los 170 cuando echemos los calamares. Debemos evitar que el aceite se queme, porque si el aceite está excesivamente caliente se generan sustancias tóxicas que, además, darán un desagradable sabor a la fritura. ¡No dejéis humear el aceite!.
Un buen truco para saber cuándo está listo el aceite es echar un trocito de pan en la sartén cuando empecéis a calentar el aceite. Cuando veas que el pan empieza a crepitar es cuando podéis empezar a freír.
¿Os animáis a preparar este clásico?
Raciones: 3-4
Calamares a la romana
Ingredientes
Preparación

Un clásico pero por favor el calamar no es la pota. Un buen bocadillo de calamares con vino te da vida.
La última vez que estuve en Madrid me comí un bocadillo en el Brillante. 😋😋😋
Si en el brillante perfecto no los guarros timadores de la plaza mayor con aceite requemado 🙁
Estuve con mi hijo y los dos tomamos un bocadillo de calamares. Estaban estupendos. 😀😘
Sin duda, para mi de los mejores. 🙂 🙂
👍👍👍👍 😘😘😘😘
I love calamares!